LA MUERTE DE OSCAR RAMÍREZ
Solo encontraron cuatro stickers en la conversación entre la víctima Ramírez y el imputado Ávalos.
La investigación por la muerte del policía Oscar Ramírez sigue en pleno desarrollo con la visualización de dos celulares que fueron secuestrados en el marco de la causa. Se trata del celular de Ramírez y de Franco Ávalos, quien está imputado por el fallecimiento de su colega, quien perdió la vida de un disparo en la cabeza el 2 de junio.

De acuerdo a la información a la que accedió El Ancasti, durante la semana se pudo acceder al celular de Ávalos. Los investigadores ingresaron a la aplicación de mensajería de WhatsApp del teléfono del acusado, con la intención de observar las conversaciones que Ávalos había mantenido con su par Ramírez.

Esto llamó la atención de la querella puesto que, en el chat, solo había cuatro stickers. Es decir, no se pudo visualizar un intercambio de palabras entre los dos numerarios, esto al menos en el dispositivo de Ávalos. En la querella, esta situación generó la sospecha de que fueron eliminadas las conversaciones -con fechas previas al fallecimiento de Ramírez- en el celular de Ávalos. Por este motivo, evaluaban solicitar la pericia de un especialista para que se pueda establecer o descartar si efectivamente las conversaciones fueron borradas del celular del acusado.

Por otra parte, se conoció que el dispositivo de Ramírez no pudo ser desbloqueado. Intentaron hacerlo, sin éxito, con diferentes claves. Ante esto, se espera que el celular sea enviado al Laboratorio Satélite Forense para que allí pueda ser desbloqueado, en búsqueda de las conversaciones que ambos tuvieron por WhatsApp.

En la semana, se supo que Ávalos fue trasladado al Servicio Penitenciario Provincial (SPP) de Miraflores, en el departamento Capayán.

Él estaba detenido en el cuartel de Bomberos de la Policía de Catamarca, ubicado en la ciudad Capital, debido a que un informe psicológico que se hizo sobre él había señalado que se encontraba afectado por este suceso que lo tuvo como uno de los protagonistas.

La fiscal de Instrucción Nº 4, Antonella Kranevitter, quien está a cargo de la investigación del hecho, ordenó el traslado de Ávalos a la cárcel para que allí continúe detenido.

Ávalos es investigado por la muerte de Ramírez, quien falleció tras recibir un disparo en la cabeza.

Ocurrió el 2 de junio de este año en el edificio del Grupo de Infantería Motorizada de Acción Rápida (GIMAR), ubicado en la Capital.

Sucedió al momento en que Ávalos manipulaba un arma de fuego, según la investigación. Ávalos reconoció haberle disparado a Ramírez.

Por este hecho está imputado por el delito de “homicidio simple con dolo eventual agravado por el uso de arma de fuego”.

El 7 de julio, el juez de Control de Garantías Nº 1, Héctor Rodolfo Maidana, dictó la prisión preventiva para Ávalos.

El pasado 26 de junio, Ávalos amplió su declaración y relató su versión del hecho. “(…) Recuerdo que ‘Jerry’ (por Ramírez) se encontraba a mi derecha en el umbral de la puerta de ingreso a la oficina y, yo, parado en frente del escritorio en donde se encontraba la escopeta. En ese momento, tomé la escopeta y le amagué un culatazo (…)”, dijo.

En otro pasaje, Ávalos resaltó: “(…) Yo, encontrándome parado frente al escritorio, plenamente seguro de que el arma estaba descargada y a modo de broma, la chimacié y efectué el disparo. En ese momento, sentí el estruendo de la escopeta y quedé en shock”. Luego, el policía remarcó que tras esa situación lo único que hizo fue “dejar la escopeta en la mesa”.

En los segundos posteriores al disparo, un compañero se acercó a él, lo abrazó y le pidió que se calmara. “Yo decía: ‘Por qué dejaron la escopeta con cartuchos’”, añadió. El acusado se refirió a la relación que tenía con Ramírez e hizo énfasis en que eran “muy amigos”. “Nosotros teníamos muy buena relación, nos hicimos muy amigos. Salíamos a comer, nos cortábamos el pelo, íbamos a comprar ropa juntos. No teníamos ningún tipo de problemas”, resaltó.

Por otra parte, dijo que nunca se imaginó que el arma estaba cargada. “Confié ciegamente que mis compañeros habían descargado el arma, como era habitualmente. Nunca supe por qué no la habían descargado. Nunca me representé este resultado ni que podía pasar lo que pasó. Todo fue muy rápido entre el momento que chimacié y disparé. Fue una cuestión de un segundo. Yo me encuentro muy mal por lo sucedido”, señaló.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *