BACCHIANI LO ADMITIÓ EN SU DECLARACIÓN INDAGATORIA
El dinero era trasladado entre provincias. Usaban cuevas financieras para ingresarlo a las billeteras virtuales y para extraerlo.
Mientras miles de acreedores de Edgar Bacchiani buscan indicios que les permitan recuperar los capitales invertidos en la financiera Adhemar Capital SRL y en las sucursales que funcionaban en Cerro de las Rosas en Córdoba y en Yerba Buena en Tucumán, el mismo Bacchiani admitió haber movido multimillonarias sumas de dinero a bordo de camiones.

En su última ampliación de declaración indagatoria -realizada en tres audiencias-, el fundador de la SRL explicó que operaba con «proveedores» de dinero físico y que el movimiento de dinero en efectivo, sean pesos o dólares, era a nivel interprovincial.

«Un proveedor es una ex change (ver recuadro) o casa de cambio que se dedica a comprar y vender criptomonedas. Tenía uno en Tucumán que estaba en calle San Martín al 600. El más grande estaba en Buenos Aires -que era Lemon Cash-, y tenía en Córdoba, que estaba ubicada en Maipú 51 (…). Ellos me traían el dinero», informó.

Y agregó: «Cuando eran volúmenes grandes venían de Córdoba, por ejemplo, 5.000.000 de dólares o 200.000.000 millones de pesos. Ellos, por lo general, venían en camión en un horario específico. Esa misma empresa Lemon Cash, Satoshi Tango, son financieras. Si están habilitadas o no, ni idea».

Recaudadoras
Las sucursales de la SRL que funcionaban en Córdoba y Tucumán eran meras recaudadoras e intermediarias de la casa matriz en Catamarca.

De acuerdo con la descripción realizada por Bacchiani, él y su empresa recibían dinero que ingresaba en su totalidad al mercado desregulado y global de las criptomonedas. Luego de supuestas operaciones de trading o tradeo (compra venta online de criptodivisas), vendía a un comprador local las monedas digitales por pesos o dólares. «El 100 % del capital que se invertía era a los fines de tradeo que hacía solamente yo. (..) Los gerentes de cada sucursal (Sofía Aylan de Tucumán y García Alaimo y Aldana Donato de Córdoba), tenían poder absoluto: hacían pagos transferencias, compras de criptomonedas para la empresa y tenían poder para tomar o reclutar y echar personas, daban directivas».

«Recaudaban el dinero de la oficina, hacían las compras en el proveedor y me mandaban el correspondiente a la billetera de Adhemar Capital, ahora, lamentablemente, no llegaba todo», explicó.

Reconoció que las ganancias que se obtenían con esos capitales captados se gestionaban en Catamarca, «sea de donde sea que provenga el dinero, y luego se redistribuían desde aquí a las otras provincias».

Sobre el supuesto destino de los fondos que ingresaban a Adhemar Capital, indicó que en primer lugar «lo que se hacía era contactar al proveedor, comprar cripto -si no era bancarizado-, y si era bancarizado iba y se hacía el depósito con el correspondiente banco, y luego se compraba la cripto por transferencia bancaria». «Después teníamos los encajes técnicos, como lo hace cualquier institución bancaria o no: uno no anda liquidando los bonos y acciones para pagar rentabilidad», agregó.

Bóvedas y cajas fuertes
Sobre la existencia de cajas fuertes o bóvedas, Bacchiani reconoció que en las dos sucursales y en la casa central «había tres del mismo tamaño. Ese dinero (que ingresaba) no se trasladaba (en ese momento) de provincia a provincia. Ese dinero físico se convertía en cripto porque los gerentes estaban autorizados a ir a los proveedores y comprar para mandarlo por billetera a Adhemar Capital casa central. Esa decisión que acabo de mencionar los gerentes tenían la autonomía para hacerlo y también era su obligación: dinero que entraba, convertirlo en criptomoneda».

Siempre en el marco de su ampliación de declaración indagatoria, a la pregunta «¿ante la obligatoriedad de los gerentes de comprar, qué sentido tenían la bóvedas?», Bacchiani respondió: «Era para alojar el dinero que entraba, eso se debía también por el horario de compra y atención de la empresa, que no era el mismo. Siempre había un remanente por este motivo y es ésa la función de la bóveda».

En cuanto a las maniobras que realizaba para ejecutar las ganancias y devolver el dinero físico a los inversores, aseguró que se hacía «a través de un sistema contable fijo que implementó el contador de la empresa, Iván Segovia».

«Yo trataba de hacer las compras de criptoactivos cada 48 horas, pero los fines de semana la operatoria se complicaba porque el viernes ya no venían a Catamarca y se acumulaba dinero el sábado (sic) y ese dinero podía estar ahí en las bóvedas hasta el martes. Por eso las adquirí», afirmó.

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