Editorial
El vertiginoso ascenso del vocero presidencial Manuel Adorni y la creación de una superestructura de su área, que ahora adquirió el rango de Ministerio, van a contramano del discurso oficial respecto de la necesidad de achicar el Estado y controlar sus gastos superfluos.

Por lo visto en los primeros nueve meses de gestión, el presidente Javier Milei ha puesto más énfasis en eliminar áreas de la administración pública y en dejar sin cargo a trabajadores que cumplían funciones en ellas que en frenar el ímpetu de sus colaboradores, que continúan con las viejas prácticas de armar superestructuras para contener a gran cantidad de funcionarios y empleados cuyas tareas no se conocen públicamente.

El caso de Adorni es paradigmático. Apenas asumió como vocero en diciembre, nombró a nada menos que 100 empleados para su megaestructura. La planta de funcionarios de su sobredimensionada área siguió creciendo con el correr de los meses y hoy son 190 los que dependen del vocero. El gasto solo en sueldos en la Secretaría de Vocería y Comunicación del Gobierno ronda los 260 millones, contando su propio salario, que también fue subiendo progresivamente hasta los 4 millones que cobra en la actualidad. Los datos son oficiales.

Para llevar a cabo sus tareas como vocero, Adorni logró armar una megaestructura, que tiene 7 direcciones generales nacionales y 14 direcciones. Un organigrama de dimensiones desmesuradas para el papel que cumple.

Entre los empleados de Adorni se encuentra Juan Pablo Carreira, que es más conocido por su nombre virtual, Juan Doe, uno de los tuiteros funcionales a Milei encargado de denostar permanentemente, a través de la red social X, a cualquier persona que critique al gobierno. Doe fue también uno de los fundadores de La Derecha Diario junto a Fernando Cerimedo, condenado por fraude y estafa por la Justicia argentina e investigado por la Justicia brasileña por su presunta participación en un intento de golpe de Estado contra Lula.

Adorni también, a partir de su estrecha relación con el Presidente, logró colocar a su hermano Francisco como asesor del Ministerio de Defensa, que comanda el radical Luis Petri, con un sueldo similar: alrededor de 4 millones de pesos.

La hermana del Presidente es también un exponente de acumulación de cargos, superestructuras y recursos para gastar a discreción. Karina Milei, que es secretaria General de la Presidencia, acumuló 269 personas entre empleados nuevos y funcionarios, que se suman a los trabajadores de planta permanente que ya tenía el área. La cantidad de sueldos que el Estado gasta en esta Secretaría es inmensa si se considera que se trata de un área cuyo único fin es el de brindarle asistencia y logística al presidente de la Nación en sus actividades diarias.

El área de la hermana del Presidente no solamente creció en empleados, sino también en presupuesto. En solo seis meses casi se cuadriplicó: se incrementó de $ 21.059 millones a $ 72.472 millones.

Son apenas dos casos de muchos. El espacio libertario, que supuestamente vino a combatirla, usa los mismos métodos que siempre usó la casta.

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