FILMACIONES EN CATAMARCA
Una productora de Netflix se contactó con algunos testigos y protagonistas del caso. Malestar por el trato.
El periodista Alberto Avellaneda, exdirector de FM Ancasti, sorprendió en Facebook con un mensaje dirigido a una productora periodística que llegó a Catamarca a filmar para Netflix una serie documental sobre el Caso María Soledad Morales. “Retiro mi autorización a utilizar de cualquier manera mi nombre y el material de mi archivo audiovisual concerniente al caso, bajo apercibimiento de acciones legales”, advirtió Avellaneda. En diálogo con El Ancasti, el periodista explicó que hay un malestar de la familia por “prácticas sensacionalistas y técnicas de difamación de la víctima”.
“Originalmente recibí comunicación de la productora pidiendo hacer una nota filmada sobre el caso. Como siempre, desde que estuve como director de FM Ancasti entre 1990 y 1995, tuve la norma de colaborar con el trabajo de los colegas nacionales, extranjeros y locales aportando mi archivo audiovisual para facilitarles la tarea. Eso aconteció, sin excepciones, con periodistas de varios países. Era habitual en esa época que en cuanto llegaban a Catamarca, pasaran primero por la radio y el diario a conocer las novedades y consultar los archivos. Por esa práctica accedí a filmar la nota y ofrecerles mi archivo”, señaló Avellaneda.
En ese sentido, comentó que recibió una comunicación de la producción, de quien sólo identificó a Mariana Montero, en la que le explicaron que por una serie de inconvenientes postergarían la entrevista para una fecha a definir. “Intuyendo que algo no marchaba bien con el trabajo para Netflix, comencé a contactarme con los colegas que estaban al tanto de la tarea y, descubrimos que en las redes comenzó a trascender la existencia de recompensa dineraria para que Ada Morales participe de la filmación y del tenor de las primeras entrevistas con las compañeras de María Soledad”, detalló el periodista.
En esa línea, dijo que “en los reportajes efectuados llamó la atención el interés en contrastar la buena imagen de María Soledad con facetas escabrosas sobre su moral y la de sus compañeras, técnicas de difamación de la víctima que se emplearon en los primeros momentos del caso”.
“Todavía recuerdo con estupor los conceptos de Ángel Luque a los periodistas que lo esperaban a su regreso de Buenos Aires en el aeropuerto Felipe Varela, en donde textualmente manifestó: ‘Resultó livianita la negrita’. O lo manifestado por Luis Tula sobre su encuentro en la confitería donde María Soledad vendía entradas: ‘Me fui porque sentí olor a alcohol y a menstruación’. De estas aseveraciones sobre ataques a la moral de María Soledad, la causa está llena”, apuntó.
Según explicó, ante el trascendido del fuerte malestar de Ada Morales y un pedido de la monja Martha Pelloni a las actuales autoridades del Colegio (del Carmen) de que extremen las precauciones sobre los registros fílmicos, “fue unánime el sentimiento de varios periodistas de no prestarnos a la reiteración de las solapadas prácticas de difamación bajo el pretexto de mostrar las dos caras de la verdad”. “En mi caso personal, tomé la decisión de no acceder al requerimiento periodístico y de intimar al equipo de Netflix a la no utilización de mi archivo audiovisual sobre el caso, anticipándoles el inicio de acciones legales en caso de su empleo”, agregó.
“De los intentos de ensuciar la memoria de la víctima, ya tuvimos y padecimos bastantes episodios bochornosos en Catamarca”, cerró.
En 1993, se llevó el caso al cine nacional, basada en los hechos reales, pero en el marco de una construcción ficcional.